Además
del personal sanitario y de los padres, los educadores tienen un papel
fundamental en apoyo y formación de los niños con algún tipo de enfermedad.
Estos
educadores tienen que tener una serie de características, tanto personales como
profesionales, que permitan a los niños estar en un clima agradable y de
confianza. Algunas de las características y habilidades son:
- Apertura,
flexibilidad, sensibilidad y capacidad de comunicación, que proporcionen al
niño relaciones personales positivas, de confianza, seguridad y afecto. Esto
hace que el niño/a se sienta aceptado/a y nos proporcione información sobre el
mismo.
- Respeto y empatía.
El educador/a tiene que escuchar las emociones y los sentimientos de los
niños/as, “meterse dentro de ellos” intentando comprender así los motivos de su
comportamiento. De esta manera nos mostraremos al niño como personas de
confianza para él, además de poder ayudarle y hacerle sentir mejor.
- Sinceridad y
crítica, lo que hará que tanto el niño como los familiares entiendan y acepten
de forma objetiva y clara la situación en la que se encuentran, haciendo así
que estos se sientan más preparados para hacer frente a la enfermedad.
- Dinamizar la
estancia de los niños/as en las salas de espera mediante el desarrollo de
diversas metodologías, técnicas y actividades.
- Tener
conocimientos suficientes que permitan atender y cuidar al niño/a enfermo en
diferentes situaciones. Principalmente frente a situaciones emocionales en
relación al dolor y la enfermedad.
- Conocer las
necesidades y sentimientos de cada uno de los niños en particular e intentar
resolverlas en la medida de lo posible.
- Mostrar atención
ante las diferentes reacciones que puedan tener los niños/as hospitalizados,
mostrándoles una actitud paciente y comprensiva.
- Trabajar por
medio del diálogo y la colaboración tanto con el personal sanitario como con el
resto de niños enfermos.
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