La pasada tarde
del 31 de octubre, acudí a la fiesta de Halloween que por primera vez se celebraba
en el Castillo de Zamora.
Era un evento
dedicado a los más pequeños en el que contaban historias de terror, les leían
el futuro, les ayudaban a crear sus propios amuletos, etc.
Cuando
se abrieron las puertas en torno a las 19.00 horas, todos los niños entraban
sin saber qué se iban a encontrar. Muchos de ellos se habían disfrazado como
motivo del concurso que premiaría al disfraz más original.
Todos los niños
esperaban ansiosos su turno con el bufón, un hombre que les hacía figuras con
globos de distintos colores y tamaños. Debido a la fiesta en la que nos encontrábamos,
la mayoría de los niños pedían que les hiciese una espada o un sombrero de
pirata, pero tampoco faltaron las niñas que les pedía alguna que otra flor.
La respuesta de
los zamoranos ante esta nueva actividad fue el cartel de “Entradas agotadas”.
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